Empanadas: ésta es la clave. El lugar no es grande pero va mucha gente, ya que está abierto en horarios amplios y los siete días de la semana. Lo importante a destacar es el precio: entre 30 y 40 por ciento menor que en otros locales del rubro. Sabor bueno, caliente, pero hay que advertir que son empanadas industriales, que pasan por una máquina giratoria que a alta temperatura las deja a punto. Los gustos son los clásicos: carne suave, picante, humita, jamón y queso, pollo, queso y cebolla, queso con tomate y albahaca, espinaca, a lo que se suman calabaza y brócoli al champignon, estos dos últimos gustos en masa integral. Pero como si esto fuera poco hay también facturas, incluyendo medialunas, casi a mitad de precio que en otros lugares. Este es un negocio de emprendedores, que se dio a conocer por volantes y suma seguidores. La clave está en la calidad, dentro del rango de precios, y en la economía: no hay delivery. Si querés empanadas tenés que ir a buscarlas, haciendo antes el pedido por teléfono. En el local hay que esperar de dorapa pero si llamamos con tiempo calculamos la hora de entrega. Un dato importante: las empanadas tiene un código de dos letras según el gusto y se entregan en una caja de cartón duro, lo que garantiza la temperatura hasta llegar a nuestro hogar o lugar en que comeremos. Esto no ocurre en otros establecimientos del rubro. La caja es sólida y puede ser usada luego en casa para guardar otros productos. En el mostrador hay volantes y los clásicos imanes para heladera. Demás está decir que no se aceptan tarjetas; todo efeté como corresponde al rubro, estilo y precio. Podemos sumar alguna bebida, siempre a precios prudentes. Si pasamos por este lugar y vemos gente en la calle, a veces bastante, ya sabemos, luego de leer esta reseña, que hay buenas y baratas empanadas. Vale la pena probarlas, inclusive si esperamos algún transporte. Alberto Auné