Excelente. El menú va cambiando por tempo rada o mes, el chef es muy bueno y el servicio excelente. El ambiente es cálido pero moderno, y es un muy buen ambiente para charlar, comer de primera y pasarla bien. Muy recomendable para ir a probar sabores diferentes.
Marina C.
Tu valoración: 4 Buenos Aires, Argentina
El viernes fui a cenar a este lugar, que no conocía y queda muy cerca de casa. Es onda un speakeasy, pero no es a puertas cerradas, ni tiene ridiculeces de contraseñas inútiles y esas gomadas. El lugar tiene pocas mesas, un ambiente cálido y un chef que da el toquecito personal y familiar muy lindo, muy difícil de encontrar en Palermo y alrededores… La carta es corta pero los platos que ofrece son muy tentadores y con la variedad justa y necesaria. La carta de vinos esta ok, no pidan tragos, todavia no estan listos para prepararlos. Por mi lado ya lo agende como lugar a tener en cuenta para una cena informal pero en un lugar lindo.
Daniela A.
Tu valoración: 4 Buenos Aires, Argentina
Lo que me gustó de este lugar, más allá de su comida, es que a pesar de parecerlo, no es para nada pretencioso. Tanto el chef como las camareras son súper amables, ya desde que llamás para reservar te das cuenta que les interesa brindar un buen servicio. Fui en febrero para el cumpleaños de mi marido y como la noche estaba linda nos ubicaron en una mesa para dos en la terraza, la cual es muy tranquila, con pocas mesas, ideal para las noches de verano. En un momento avisé que era su cumpleaños y le trajeron una mini torta con una velita, una pavada pero me gustó el detalle. El restaurante está decorado en su justa medida y con muy buen gusto, y el ambiente es ecléctico; van desde familias hasta grupos de amigas y parejas. La comida es muy rica pero las porciones no son grandes, de hecho son un poco chicas, pero lo compensas pidiendo entrada y postre. Yo probé la bondiola y estaba muy rica, me quedé con ganas de probar más platos, seguramente volveré.
Mariana K.
Tu valoración: 4 Buenos Aires, Argentina
4141 se plantea a sí mismo como un restaurante con cocina de autor. Y es verdad que la mano de su chef y dueño está en todo… desde la elección de platos, cocina y atención. Desde la vereda ya te va a llamar a atención la ventana rectangular y redondeada que te deja observar el local. La primera vez que la vi quedé encantada. Le da un aire espacial al lugar. La decoración es sobria, hay una iluminación tenue que genera una atmósfera intimista. Yo fui en plan cena romántica, reservamos y nos ubicaron en una mesita para dos, apartados del resto. El chef Ezequiel López Batista(había escuchado maravillas sobre él) fue súper amable. Nos explicó que la carta tenía opciones marcadas como para arrancar con una entrada, seguido de un plato principal y postre. Es un restaurante con los pasos armados. Yo me pedí una sopa de calabaza con menta. Realmente este primer plato me llamó la atención. Hacía frío y la cremosidad de la calabaza con la intensidad de un helado de menta en el centro derritiéndose fue una fiesta para mi paladar. Hacía rato que no me sorprendía tanto un plato. Para el principal comí unos sorrentinos de pera, puerro y queso. Una mezcla interesante, aunque no me fascinaron. Otra recomendación es la bondiola caramelizada. Los platos bienen en porciones normales, no son para compartir. Sí podés optar –como para comer de a dos– por la degustación de postres con mucho chocolate, tarta de manzanas y mousse. El precio es fijo. Vos ya sabés lo que vas a pagar antes de sentarte. Podés elegir de la carta siempre entre dos opciones. Es para ocasiones muy especiales. Es caro pero interesante como para ampliar tus experiencias gastronómicas.